INTRODUCCIÓN
El
libro “Ética para Amador” es una narración que relata la vida de un padre y su
hijo, en la cual el autor busca trasmitirle el arte de la buena vida, la clave
de saber escoger entre lo que es el bien y el mal y aquello a lo que llamamos
libertad.
Por
medio de 9 capítulos, el autor intenta explicar una especie de lineamientos los
cuales, si uno los sigue, puede llegar a vivir la buena vida, por medio de
ejemplos y causas de la vida misma.
Él
muestra los pro y los contra de las acciones y las consecuencias que estas
tienen tanto en nuestra vida, como en la sociedad en que vivimos, ya que si
bien es cierto podemos obrar por y para nosotros, nuestros actos repercuten en
aquellos que nos rodean.
Capítulo
I
De qué va la ética
Existe
una gran variedad de conocimientos, los cuales no interfieren en nuestra vida.
Va en la voluntad de uno si quiere aprenderlos o no, aceptando así lo que
ignoramos. Sin embargo, hay cosas esenciales que debemos saber.
Podemos
vivir de varias maneras, pero hay maneras que no dejan vivir. Pero dentro de
todo, el saber lo que nos conviene y lo que no es imprescindible para nuestra
vida, por lo que a lo conveniente le llamamos “bueno” y lo no conveniente le
llamamos “malo”.
Debemos
tener claro que dentro de eso hay cosas buenas que nos pueden hacer mal y
viceversa. Algunos piensan que lo mejor es el dinero, pero el dinero vacío no
sirve de nada.
Nadie
discute lo que está fundado, si las cosas son así, es porque así tienen que
ser. Cuando se nos presenta el ejemplo de termitas guerreras que luchan por
defender el termitero, no se cuestiona si merecen un premio por su valentía,
simplemente hacen lo que tienen que hacer. Por otro lado está Héctor en la Ilíada,
que espera a Aquiles para enfrentarse a él, sin embargo, a Héctor si se le
considera valiente, ¿por qué no así a las termitas? La diferencia está en que
Héctor quiere hacerlo.
Al
final desarrollamos todo con la palaba libertad. Los animales solo son como
son, no eligen, están programados para serlo. Los humanos también estamos
programados por nuestra cultura, sin embargo nosotros tenemos la opción de
elegir. Nuestra libertad es nuestra fuerza, pero no todos manejamos la
libertad, se nos da mejor saber lo que limita esa libertad. Al no ser libres no
tenemos culpa; es más fácil decir que no hay libertad.
En
síntesis, los humanos tenemos la opción de elegir lo bueno y lo malo, por lo
que podemos equivocarnos; algo que a los animales no les pasa. Al saber vivir
es a lo que llamamos ética.
Reflexión:
La
libertad es una capacidad que solo la desarrolla el ser humano, a diferencia
del resto de los animales somos capaces de elegir sobre nuestra propia vida, para ello debemos ser conscientes que todo
tiene su límite.
Cuando somos pequeños, todo es
mucho más simple porque estamos condicionados por nuestros padres, al pasar a
la adolescencia nuestra sed de libertad se hace cada vez más grande y cuando ya
tenemos la mayoría de edad para ser capaz de hacer lo que queremos, no sabemos
que es lo que realmente nos conviene o lo que realmente queremos ser.
La vida no es fácil ya que estamos
constantemente cuestionándonos si la decisión que tomamos fue la correcta, si
la carrera que elegimos fue la mejor, en fin, si la vida que tenemos es la que
realmente queremos.
Ser libres trae consigo una serie
de responsabilidades, debemos ser capaces de diferenciar lo bueno de lo malo y
aprender a tomar decisiones complejas que no siempre nos benefician. Aquí es
cuando entramos en contacto con la ética, puesto que es el ideal de cómo vivir.
Capítulo
II
Ordenes, costumbres y caprichos
A
veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no queremos.
A veces uno hace lo que quiere sin querer hacerlo. No nos pasamos la vida
pensando en lo que nos conviene y lo que no, la mayoría de las cosas las
hacemos mecánicamente, si le damos muchas vueltas al asunto nos paralizamos.
Cuando reflexionamos a esto encontramos un motivo, a los que podemos llamarlos
ordenes, costumbres o también caprichos, cada uno dirige la conducta. Cada
motivo tiene un peso y eso nos condiciona.
Las
órdenes por lo general nos las dan “por nuestro bien”, las costumbres se dan
por “comodidad” y también por presión de los demás, las que nos hacen obedecer
ciertas órdenes.
Ambos
vienen de fuera, son impuestos. Por el contrario los caprichos vienen de
dentro, son lo que nosotros queremos.
Reflexión:
Si bien el autor en este capítulo
tiene mucha razón, de vez en cuando debemos darnos el tiempo de reflexionar
sobre estos motivos, ya que como bien lo dice, las órdenes muchas veces las
aceptamos y realizamos aun cuando no estamos de acuerdo con ellas.
Si fuésemos el capitán del barco no
querríamos perder ni la carga ni los tripulantes pero lamentablemente como se
da la situación a veces debemos ceder un poco, nos guste o no. Aquí es cuando
entramos en conflicto con nuestra ética personal, comenzamos a pedir consejos a
nuestro otro yo y analizamos la situación desde una perspectiva humanista,
llegando tal vez, a la decisión más acertada que sería dejar la carga, la vida
de mis tripulantes tiene un valor mucho mayor, con mucho esfuerzo y dedicación
recuperaremos la carga, pero si por mi ambición decido arriesgar la vida de
hombres inocentes y aún más la mía, éstas no las poder recuperar aun haciendo
mi mayor esfuerzo.
En cabio, las costumbres están en
un nivel intermedio puesto que muchas veces no nos damos ni cuenta que las
hemos adquirido, son hábitos que se nos inculcan desde pequeños como lavarnos
los dientes, otras son tan cotidianas que no podríamos comenzar un día normal
sin realizarlas, como en mi caso escuchar música en la micro.
Los caprichos están al contrario de
las ordenes, los realizamos simplemente porque queremos, pienso que son una
parte mucho más egoísta de nuestro yo interior, sencillamente los hacemos para
satisfacer una supuesta necesidad, de hecho si nos pusiéramos a analizar de la
misma manera como analizamos las ordenes nos daríamos cuenta que los caprichos
están de más.
Capítulo
III
Haz lo que quieras
Todo
es cuestión de capricho, de la libertad. Libertad es decir, pero hay que darse
cuenta de lo que se está diciendo, es decir, debemos pensar dos veces lo que
haremos antes de dejarnos llevar. Si lo pensamos dos veces, en la primera
podría ser por orden o costumbre, pero en la segunda comenzamos a analizar el
porqué de la orden y porque lo hare. Pasa lo mismo con las costumbres, y
también con mis caprichos.
Puede
haber órdenes, costumbres o caprichos que sean motivos para hacer, pero en
otros casos no tiene porque ser así, nunca una acción es buena solo por ser una
orden, costumbre o capricho, hay que razonar. Cuando se es niño es válido
guiarse por esto,
pero
al llegar a adultos debemos ser capaces de inventarnos la vida y no dejarnos
llevar por lo ya inventado, sin dejar de lado lo que se nos ha impuesto.
La
ética de un hombre libre nada tiene que ver con los premios o castigos. Buscar
siempre una recompensa no te hace mejor que un esclavo al que se le castiga
siempre.
Moral
es un conjunto de comportamientos y normas que se aceptan como válidos. Ética
es la reflexión de porque se consideran válidos.
Dentro
de la ambigüedad de lo bueno, para algunos ser bueno significara ser resignado
y paciente, para otros, lo será el emprendedor. No es fácil decidir lo bueno
porque no sabemos para qué sirven los humanos, no es fácil determina una
virtud. Para determinar quién es bueno o malo habrá que ver las intenciones que
mueve a cada uno.
Reflexión:
¿Cómo podemos considerar si una
persona es buena o mala?, ¿será tal vez por sus acciones, o por sus buenos
actos? sinceramente son interrogantes complejas. Es lo que a diario muchos nos
preguntamos ¿Qué debemos hacer para que nuestra sociedad nos considere buenas
personas? La verdad es que por ahí va el error que muchos cometemos, puesto que
intentamos hacer el bien para satisfacer al resto y no porque realmente nos
interesa hacer una buena acción. Estamos rodeados por personas que esperan algo
de nosotros, y al mismo tiempo esperamos siempre algo a cambio, son contados
con los dedos las personas que hacen buenas acciones para sentirse mejor como
personas.
Considero que para llegar a ser
completamente una buena persona no basta realizar obras de caridad para quedar
como solidaria al frente de un determinado grupo, si no que debemos reparar el error desde la
raíz, cada vez que pensemos en hacer el bien, reflexionemos para que realmente
lo haremos, cuando seamos capases de hacer el bien para crecer como humanos y
seamos capaces de dejar de lado las opiniones del resto, nos convertiremos sin
pensarlo en buenas personas.
Capítulo
IV
Darte la buena vida
Decir
“haz lo que quieras” es referirse a plantearse las cosas desde uno mismo, de la
voluntad. Aunque al decirle a alguien que haga lo que quiera, es darle una
orden de todos modos.
Si
decides dejar de ser libre y venderte como esclavo, lo estás haciendo porque
quieres, eliges que otro elija por ti. Estamos condenados a la libertad.
El
hacer lo que se quiera, no es sinónimo de hacer un capricho, a veces con la
gana no se gana. A veces los hombres queremos cosas contradictorias que entran
en conflicto entre ellas, hay que tener prioridades.
Cuando
oímos el “haz lo que quieras”, pensamos muchas cosas y al final lo encerramos
en un “quiero darme la buena vida”.
La
ética no es más que el intento racional de cómo vivir mejor. Si no interesamos
en ella es porque nos gusta la buena vida. La buena vida humana es buena entre
seres humanos, de lo contrario no puede ser ni buena ni humana.
Queremos
ser tratados como humanos, y debemos tratar al resto como tal, de eso depende
la humanidad. El hombre no es solo una realidad natural, también es cultural.
El
lenguaje es la base de la cultura, hace que nos comuniquemos y entendamos
significados, el lenguaje lo heredamos.
Hablarle
y escuchar a alguien es tratarlo como persona. La humanización es un proceso
reciproco: darse la buena vida es darle la buena vida a los demás.
Reflexión:
Es
quizás el término más utilizado cuando ya lo único que queremos hacer es
nuestro capricho, pero ¿Qué es lo que en verdad queremos? Esto es lo que nos da
el punta pie para que en verdad nos pongamos a pensar en si lo que quiero hacer
es conveniente o no para lograr la buena vida. El ser humano al buscar la buena
vida no debe dejar de relacionarse con su cultura, ya que es esta quien le
entrega gran parte de las herramientas que necesitará para enfrentar la vida, y
a su vez la sociedad lo necesita
para seguir creciendo. Es por esto
que al hacer lo que se quiera y buscar la buena vida, debemos preocuparnos por
el bienestar de los demás, ya que para encontrar mi buena vida, debo darle
también buena vida al resto.
Capítulo
V
¡Despierta, baby!
El
deseo de tener más y más dinero no es del todo sano, lo que poseemos nos
poseen.
Es
un error pensar que las personas son cosas. Al fastidiar a los demás, nos
fastidiamos a nosotros mismos. Como las personas no somos cosas, necesitamos
cosas que las cosas no tienen. Si tratamos a los demás como cosas no
conseguiremos amistad, respeto ni amor. Tratar a las personas como tales y no
como cosas, hace posible que nos devuelvan lo que solo una persona puede darle
al otro.
Cuando
lo único que nos importa es el dinero nos quedamos solos, ya que como no nos
importa nadie, a nadie le importamos.
La
ética lo que intenta es averiguar en que consiste en el fondo la dichosa buena
vida que nos gustaría tener. Debemos prestar atención a la disposición de
reflexionar respecto a lo que hacemos, y a intentar precisar el sentido de la
buena vida que queremos vivir. La primera e indispensable condición ética es la
de estar decididos a vivir de cualquier modo. Lo esencial esta en comprender.
Reflexión:
Un ser
humano, para poder vivir humanamente, es decir, tener buena vida, siempre
necesitará del apoyo y afecto que solo otro ser humano puede darnos. El obtener
dinero en abundancia o cosas materiales se puede convertir en nuestro objetivo,
dejamos de lado las personas, provocando que ellas en efecto espejo, nos dejen
de lado a nosotros y quizás el éxito de conseguir lo que queremos nos haga
feliz por un momento, pero esas cosas no nos pueden entregar lo que en esencia
necesitamos para vivir, y al final pero estaremos solos, y con eso, vacíos por
dentro. Debemos tener presente que el vivir con menos dinero, o con menos cosas
materiales, pero con amor sincero y reciproco de quienes me rodean, me harán
más rico que cualquier otra cosa.
Capítulo
VI
Aparece pepito grillo
La
única obligación que tenemos es no ser imbéciles, pero imbécil es aquel de
espíritu débil. Existen 5 tipos de imbéciles: el que dice que todo le da igual,
el que cree que lo quiere todo, el que no sabe lo que quiere y no se molesta en
averiguarlo; es conformista sin reflexión o rebelde sin causa, el que sabe lo
que quiere y porqué; pero termina haciendo lo que quieren los otros dejando lo
que él quiere para después, y por último el que quiere con fuerza y ferocidad
pero confunde la buena vida con lo que le hará mal. Estos necesitan apoyarse en
cosas de afuera, nunca logran vivir la buena vida.
Para
evitar la imbecilidad es preciso prestar atención. Lo contrario a moralmente
imbécil es tener conciencia. La conciencia debe tener los siguientes rasgos:
saber que no todo da igual porque queremos vivir humanamente bien, desarrollar
un buen gusto moral y renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos
libres y por tanto razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros
actos.
Lo
malo es lo que no nos deja vivir la buena vida, por lo que debemos evitar el
mal por egoísmo. Aquel que es egoísta sin ser imbécil, es el que quiere lo
mejor para sí mismo.
Hay
que ser realmente imbécil para creer que es mejor vivir rodeado de pánico y crueldad
que entre amor y agradecimiento. Los humanos necesitamos para vivir bien algo
que solo los otros humanos pueden darnos y que no podemos robar, porque al
hacerlo pierde su buen gusto y se convierte en veneno.
Egoísta
consecuente es aquel que sabe de verdad lo que le conviene para vivir bien y se
esfuerza por conseguirlo; no saben ser egoístas. Habría que recetarle un poco
de conciencia.
El
poder no concede amor ni respeto verdadero, sino adulación, temor y servilismo.
El
exterior, es decir la forma física no define tu interior. Si te amas de verdad,
intentas exteriorizar tu interior. Sin embargo, si luchas por aparentar lo que
no eres, terminas convirtiéndote en algo peor que va más allá de lo físico.
Cuando consigues cosas para aparentar, el remordimiento por lo que has hecho
para conseguirlo te va amargando.
El
remordimiento viene del darnos cuenta de que obramos mal, no hay peor castigo
que darse cuenta de que uno está boicoteando con sus actos lo que en verdad
quiere ser. El remordimiento viene de nuestra libertad.
Lo
serio de la libertad es que tiene efectos que no se pueden cambiar, puedes
engañar al de afuera, pero no a ti mismo.
Ser
responsable es saberse libre, afrontar las consecuencias de los actos, enmendar
lo malo y disfrutar lo bueno. Aquel que quiere dimitir su responsabilidad cree
en lo irresistible, en cuanto esto aparece uno deja de ser libre y se convierte
en marioneta. Lo irresistible es una superstición inventada por lo que temen a
la libertad.
Responsabilidad
es saber que cada uno de mis actos me va inventando, al elegir lo que quiero
hacer me transformo poco a poco.
Reflexión:
Para estar, actuar y ser, hay que
tener conciencia, aquella que nos ayuda a pensar realmente a profundidad si lo
que hacemos está dentro de lo bueno o lo malo. A veces por conseguir un
objetivo nos volvemos egoístas, pero hay que tener cuidado, ya que no siempre
el fin justifica los medios, y no siempre se podrá justificar el egoísmo. Es
esta conciencia también, la que nos ayuda a evitar ser imbéciles, a poder
afrontar la vida con la responsabilidad de sabernos libres, de actuar con
libertad pero asumiendo las consecuencias que ese acto pueda tener. Cada cosa
que hacemos nos construye como personas, por lo tanto debemos tener conciencia
de las cosas que hacemos, porque de eso dependerá que tipo de persona somos.
Capítulo
VII
Ponte en su lugar
Por
muy semejantes que sean los hombres no está claro cuál sea la mejor manera de
comportarse respecto a ellos. Puedo encontrarme con mentirosos, ladrones,
adúlteros y criminales, pero no debo olvidar que son iguales de humanos que yo.
Aquel humano que obra mal no deja de ser humano. A los hombres se les debe
tratar con el mismo cuidado que se trata una cosa muy frágil.
Una
característica nuestra como humanos es la de imitación. Si no fuéramos
copiones, tendríamos que empezar siempre todo desde cero. Por eso es importante
el ejemplo que damos, ya que se nos tratará como tratamos.
La
gente mala es así porque siente miedo, soledad o porque son tratados sin amor
ni respeto.
La
mayor ventaja que podemos obtener de nuestros semejantes es la de complicidad y
afecto; la amplificación y refuerzo de mi humanidad. El canalla no sabe que la
libertad es algo que busca contagiarse.
La
diferencia entre el que ha nacido para ratón y el que ha nacido para león, es
que el primero se pregunta “que me harán” mientras que el segunda se pregunta
“qué haré”, el ratón obliga que lo quieran si quererse a sí mismo, el león se
quiere; por ende quiere al resto, el ratón evita hacer cosas en contra para que
no se las hagan a él, el león considera a su favor todo lo que hace a favor de
los demás. El primer perjudicado cuando perjudico a alguien soy yo.
Tratas
a los demás humanamente consiste en ponerse en su lugar, saber a otro como mi
semejante es comprenderle desde adentro. Donde hay cruce hay reconocimiento de
que yo puedo ser tú y viceversa. Nada de lo que es humano me puede parecer
ajeno, sin importar las condiciones en que este yo o el otro. Todo hombre tiene
derecho a que otro intente ponerse en su lugar y entender lo que hace y siente.
El
único interés absoluto es ser humano entre los humanos. Ponerse en el lugar de
otro implica participar de algún modo en sus pasiones, sentimientos, dolores, etc.,
sentir simpatía por él. Lo que no significa darle siempre la razón ni tampoco
comportarse de la misma manera. Es hacer un esfuerzo de objetividad, no ocupar
su sitio. Nadie puede ser justo por ti si tú no te das cuenta que debes serlo
para vivir bien.
Reflexión:
A menudo nos enfrentamos a la
situación de ver a otro de una determinada forma, los prejuicios están a la
orden del día, siempre es más fácil criticar a alguien, aunque ni siquiera lo
conozcamos. Eso es propio de los seres humanos, pero nos hace cada vez peores
personas. Para poder tener una opinión acerca de alguien debemos ponernos en su
lugar, conocer su situación, su historia, como piensa, lo que siente, y por
ende,
comprender el porqué de su actuar,
y desde aquí, ayudarlo, quizás a mejorar un poco su actuar, prestarle apoyo,
saber que no está solo y que tiene alguien con quien contar. Al hacer esto,
dejamos los prejuicios atrás y al ayudar a cierta persona, nos ayudamos a nosotros
mismos a mejorar nuestra forma de ser, y ciertamente de actuar.
Capítulo
VIII
Tanto gusto
Cuando
la gente habla de moral y de inmoral, la mayoría de las veces el sermón es
sobre sexo. En lo que hace disfrutar a 2 sin dañar a ninguno no tiene nada de malo.
Somos un cuerpo sin cuya satisfacción y bienestar no hay buena vida que valga.
Una
de las funciones del sexo es la procreación, pero no puede limitarse solo a
eso.
Hay
quienes dicen que dedicarse mucho al sexo animaliza al hombre, siendo que son
los animales los que lo utilizan para procrear.
Cuanto más se separa del sexo la procreación, menos animal y más humano
resulta.
La
inmoralidad sexual no es más que el miedo al placer, siendo este el más intenso
y vivo, causa más recelo. El placer nos distrae, por eso el porqué de los
tabúes y restricciones; precauciones sociales.
Los
calumniadores del placer (puritanos) son aquellos que le temen a que les
resulte irresistible. A los puritanos se les considera los más morales del
mundo, aunque es más moral el sinvergüenza que el puritano.
Hay
que saber entregarse al sabor del presente “carpe diem”, hay que encontrarle el
guiño placentero a todo lo que hay.
El
placer tiene una tendencia excluyente: si te entregas a él con demasiada
generosidad es capaz de irte dejando sin nada con el pretexto de hacerte pasar
bien; diferencia entre uso y abuso.
La
ética consiste en apostar a favor de la vida vale la pena, ya que hasta las
penas de la vida valen la pena, porque es a través de ellas como alcanzamos los
placeres de la vida, contiguo a los dolores.
La
mayor gratificación que puede darnos algo en la vida es alegría. Quien tiene
alegría tiene le premio máximo y no necesita nada. La alegría es una
experiencia que implica placer y dolor, muerte y vida.
La
templanza es el arte de poner el placer al servicio de la alegría. Cuando el
sentirte culpable te causa placer, estas pidiendo un castigo. Siempre hay
alguien que sufre cuando tú gozas.
Reflexión:
El fin de los placeres es que
vivamos nuestro día a día de una forma más agradable, lo que nos llevará a
vivir con alegría. No debemos basarnos solo en el sexo, que es lo que menciona
el autor, sino que debemos mirar más allá y ver los placeres que a diario
disfrutamos.
Aquellos que se encargan de
criticar todo tipo de placeres, es porque aún no han comprendido el significado
de libertad, o puede ser también que temen vivir su libertad.
El miedo es un sentimiento que
todos poseemos que nos paraliza y hace que tomemos decisiones o caminos
equivocados. Pero también puede convertirse en nuestro mecanismo de defensa y
hacer que reaccionemos y que en casos extremos podamos salvarnos de algún
riesgo.
Como los placeres pueden volverse
adictivos para el ser humano, pueden causarnos miedo y pos esto nos
paralizamos, ya que las adicciones pueden causarnos daño en algunas ocasiones.
Capítulo
IX
Elecciones generales
La
política es una vergüenza, los políticos no tienen ética. La ética no es un
arma arrojadiza ni munición destinada a pegarle buenos cañonazos al prójimo en su propia estima. Sirve para
intentar mejorarse uno mismo
¿Por
qué los políticos tienen mala fama? Ocupan lugares privilegiados en la
sociedad, sus defectos son más públicos. El hecho de ser conocidos no ayuda a
tratarlos con ecuanimidad. Estás acostumbrados a prometer más de lo que quieren
cumplir.
La
ética y la política se relacionan. En el caso de su finalidad, las dos buscan
vivir bien. La ética tiene el arte de elegir lo que conviene, y la política
organiza la convivencia social. Sin embargo, existen diferencias.
La
ética se ocupa de lo que uno mismo hace con su libertad, mientras que la
política intenta coordinar lo que muchos hacen con su libertad. Para la ética
la importancia es querer bien, para la política cuentan los resultados de las
acciones. Hay diferencias entre la pregunta ética ¿Qué me hago a mí mismo?, y
la preocupación política porque la mayoría funcione de la manera correcta.
Ningún
orden político es tan malo que en él ya nadie pueda ser ni medio bueno. La
responsabilidad la tenemos cada uno, lo demás es coartada.
Desde
un punto de vista ético ¿cómo sería la organización política preferible?
Tendría
que respetar al máximo las facetas públicas de la libertad humana, abstenerse a
dictaduras; nuestro mayor bien es ser libres. En los sistemas políticos en que los
individuos no son del todo responsables, tampoco suelen serlo los gobernantes.
No
puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e
instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. Todo ser
humano tiene dignidad y no precio, es la dignidad la que nos hace a todos
semejantes.
Reflexión:
Debemos tener presente que en todo
país es necesario que existan quienes tomen las decisiones importantes para
éste, y por tanto, quienes se encarguen de velar por el bienestar de los seres
humanos que allí viven. Si bien es cierto que los políticos se hacen mala fama
ellos mismos, es un mal necesario para poder establecer normas y velar por el
orden dentro de la ciudadanía. Si bien
la política se relaciona en algunos aspectos con la ética, ya que ambas buscan
el buen vivir, se ve diferenciado ya que a través de la ética encontramos un
bienestar personal, y la política en esencia está formada de humanos, los
cuales cometemos errores. Es por esto que el bienestar de la comunidad resulta
una utopía ya que siempre existirá la injusticia social.
CONCLUSIÓN
Es
muy difícil comprender la vida, más aun cuando pasamos por procesos como la
adolescencia y la adultez, mientras más pasa el tiempo adquirimos nuevas formas
de ver las cosas, tenemos un pensamiento más racional.
A
medida que analizábamos el texto comenzamos a desarrollar una nueva forma de
pensamiento, claro está que toda persona tiene una manera distinta a la nuestra
de ver la vida, sin embargo enriquece
escuchar y tolerar al resto.
En
este texto el autor intenta explicar a su hijo el arte de la buena vida a
través de distintas situaciones (unas más extravagantes que otras), las cuales
necesitan de un análisis ético y moral para desarrollarlas de la mejor manera.
El
autor nos muestra su punto de vista y nos hace al mismo tiempo comprender en
que se basa la ética y la moral.
Para
finalizar logramos comprender que muchas veces el egoísmo y la envidia nos
invaden, intentamos ser mejores personas para ser aceptados por la sociedad y
no somos capases de satisfacer nuestras necesidades porque realmente lo
queremos, si no porque estamos acostumbrados a llevar una vida que gira en
torno al resto.
Para
llegar a ser personas ética y moralmente correctas debemos pensar primero en lo
que realmente queremos y luego pensar en ayudar al resto, debemos ser
tolerantes y respetuosos, puesto que todo punto de vista es válido.
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